Annelies Marie Frank, conocida en castellano como Ana Frank (Fráncfort del Meno, 12 de junio de 1929 – Bergen-Belsen, 12 de marzo de 1945) fue una niña judía alemana, mundialmente conocida gracias al Diario de Ana Frank, la edición en forma de libro de su diario íntimo, al que lo llamo Kitty, donde dejó constancia de los casi dos años y medio que pasó ocultándose, con su familia y cuatro personas más, de los nazis en Ámsterdam (Países Bajos) durante la Segunda Guerra Mundial
Taller Literario: Refugiados con Ana Frank
jueves, 26 de julio de 2012
viernes, 15 de junio de 2012
La 2° Guerra Mundial
La Segunda Guerra Mundial fue un conflicto militar global que se desarrolló entre 1939 y 1945. En él se vieron implicadas la mayor parte de las naciones del mundo, incluidas todas las grandes potencias, agrupadas en dos alianzas militares enfrentadas: los Aliados y las Potencias del Eje. Fue la mayor contienda bélica de la Historia, con más de cien millones de militares movilizados y un estado de «guerra total» en que los grandes contendientes destinaron toda su capacidad económica, militar y científica al servicio del esfuerzo bélico, borrando la distinción entre recursos civiles y militares. Marcada por hechos de enorme significación que incluyeron la muerte masiva de civiles, el Holocausto y el uso, por primera y última vez, de armas nucleares en un conflicto militar, la Segunda Guerra Mundial fue el conflicto más mortífero en la historia de la humanidad,1 con un resultado final de entre 50 y 70 millones de víctimas.
martes, 8 de mayo de 2012
Tan Solo el Comienzo
Después de casarse, Otto Frank y Edith Hollander se establecieron en Fráncfort del Meno. Los hijos no tardaron en llegar: Margot nació el en 1926 y Ana nació en 1929. Los primeros años son felices, pero la crisis económica hace que el NSDAP de Hitler vaya ganando terreno. En 1933, Hitler asume el mando del gobierno alemán. Otto y Edith Frank decidieron mudarse a Holanda.
A Otto Frank se le presenta la oportunidad de fundar una empresa en Ámsterdam. Edith, Margot y Ana se reúnen con él en Holanda. Se instalan en una casa que da a la plaza Merwede. Los Frank vuelven a sentirse libres y a salvo. Las niñas van a la escuela, Otto trabaja con afán en su empresa y Edith se ocupa de la casa. Pero entonces estalla la Segunda Guerra Mundial. El 10 de mayo de 1940, Alemania invade Holanda. Los Frank están otra vez en peligro.
El 12 de junio de 1942 Ana recibió como regalo de cumpleaños un diario intimo, que lo llamo Kitty, en el escribió todo lo que le ocurría al paso del tiempo
En julio de 1942 Margot recibio una citación de la S.A. para ser llevada a un campo en donde se realizaban trabajos forzosos, y para protegerla la familia decide ir al edificio en Princergratch 263, donde era la oficina donde trabajaba su padre, luego la familia Van Pels, integrada por Hermann, Augunte y su hijo Peter, les siguieron una semana después. Ambas familias ya se conocieron: Otto Frank y Hermann Van Pels eran socios. En noviembre se unió a ellos Fritz Pfeffer, el dentista de Miep Gies, con quien tendrá que compartir el cuarto con Ana.
jueves, 26 de abril de 2012
Jueves, 9 de Julio de 1942
Querida Kitty:
Así anduvimos bajo la lluvia torrencial, papá, mamá y yo, cada cual con una cartera de colegio y una bolsa de la compra, cargadas hasta los topes con una mezcolanza de cosas. Los trabajadores que iban temprano a trabajar nos seguían con la mirada. En sus caras podía verse claramente que lamentaban no poder ofrecernos ningún transporte: la estrella amarilla que llevábamos era elocuente.Sólo cuando ya estuvimos en la calle, papá y mamá empezaron a contarme poquito a poco el plan del escondite. Llevaban meses sacando de la casa la mayor cantidad posible de muebles y enseres, y habían decidido que entraríamos en la clandestinidad voluntariamente, el 16 de julio. Por causa de la citación, el asunto se había adelantado diez días, de modo que tendríamos que conformarnos con unos aposentos menos arreglados y ordenados.El escondite estaba situado en el edificio donde tenía las oficinas papá. Como para las personas ajenas al asunto esto es algo difícil de entender, pasaré a dar una aclaración. Papá no ha tenido nunca mucho personal: el señor Kugler, Kleiman y Miep, además de Bep Voskuijl, la secretaria de 23 años. Todos estaban al tanto de nuestra llegada. En el almacén trabajan el señor Voskuijl, padre de Bep, y dos mozos, a quienes no les habíamos dicho nada.El edificio está dividido de la siguiente manera: en la planta baja hay un gran almacén, que se usa para el depósito de mercancías. Este está subdividido en distintos cuartos, como el que se usa para moler la canela, el clavo y el sucedáneo de la pimienta, y luego está el cuarto de las provisiones. Al lado de la puerta del almacén está la puerta de entrada normal de la casa, tras la cual una segunda puerta da acceso a la escalera. Subiendo las escaleras se llega a una puerta de vidrio traslúcido, en la que antiguamente ponía «OFICINA» en letras negras. Se trata de la oficina principal del edificio, muy grande, muy luminosa y muy llena. De día trabajan allí Bep, Miep y el señor Kleiman. Pasando por un cuartito donde está la caja fuerte, el guardarropa y un armario para guardar útiles de escritorio, se llega a una pequeña habitación bastante oscura y húmeda que da al patio. Éste era el despacho que compartían el señor Kugler y el señor Van Daan, pero que ahora sólo ocupa el primero. También se puede acceder al despacho de Kugler desde el pasillo, aunque sólo a través de una puerta de vidrio que se abre desde dentro y que es difícil de abrir desde fuera. Saliendo de ese despacho se va por un pasillo largo y estrecho, se pasa por la carbonera y, después de subir cuatro peldaños, se llega a la habitación que es el orgullo del edificio: el despacho principal. Muebles oscuros muy elegantes, el piso cubierto de linóleo y alfombras, una radio, una hermosa lámpara, todo verdaderamente precioso. Al lado, una amplia cocina con calentador de agua y dos hornillos, y al lado de la cocina, un retrete. Ése es el primer piso.Desde el pasillo de abajo se sube por una escalera corriente de madera. Arriba hay un pequeño rellano, al que llamamos normalmente descansillo. A la izquierda y derecha del descansillo hay dos puertas. La de la izquierda comunica con la casa de delante,donde hay almacenes, un desván y una buhardilla. Al otro extremo de esta parte delantera del edificio hay una escalera superempinada, típicamente holandesa (de ésas en las que es fácil romperse la crisma), que lleva a la segunda puerta que da a la calle.A la derecha del descansillo se halla la «casa de atrás».
Nunca nadie sospecharía que detrás de esta puerta pintada de gris, sin nada de particular, se esconden tantas habitaciones. Delante de la puerta hay un escalón alto, y por allí se entra. Justo enfrente de la puerta de entrada, una escalera empinada; a la izquierda hay un pasillito y una habitación que pasó a ser el cuarto de estar y dormitorio de los Frank, y al lado otra habitación más pequeña: el dormitorio y estudio de las señoritas Frank. A la derecha de la escalera, un cuarto sin ventanas, con un lavabo y un retrete cerrado, y otra puerta que da a la habitación de Margot y mía. Subiendo las escaleras, al abrir la puerta de arriba, uno se asombra al ver que en una casa tan antigua de los canales pueda haber una habitación tan grande, tan luminosa y tan amplia. En este espacio hay un fogón (esto se lo debemos al hecho de que aquí Kugler tenía antes su laboratorio) y un fregadero. O sea, que ésa es la cocina, y a la vez también dormitorio del señor y la señora Van Daan, cuarto de estar general, comedor y estudio. Luego, una diminuta habitación de paso, que será la morada de Peter van Daan y, finalmente, al igual que en la casa de delante, un desván y una buhardilla. Y aquí termina la presentación de toda nuestra hermosa Casa de atrás.
Tuya Ana
lunes, 2 de abril de 2012
Viernes, 10 de Julio de 1942
Es muy probable que te haya aburrido tremendamente con mi tediosa descripción de la casa, pero me parece importante que sepas dónde he venido a parar. A través de mis próximas cartas ya te enterarás de cómo vivimos aquí.Ahora primero quisiera seguir contándote la historia del otro día, que todavía no he terminado.
Una vez que llegamos al edificio de Prinsengracht 663, Miep nos llevó en seguida por el largo pasillo, subiendo por la escalera de madera, directamente hacia arriba,a la Casa de atrás. Cerró la puerta detrás de nosotros y nos dejó solos. Margot había llegado mucho antes en bicicleta y ya nos estaba esperando.El cuarto de estar y las demás habitaciones estaban tan atiborradas de trastos que superaban toda descripción. Las cajas de cartón que a lo largo de los últimos meses habían sido enviadas a la oficina, se encontraban en el suelo y sobre las camas. El cuartito pequeño estaba hasta el techo de ropa de cama. Si por la noche queríamos dormir en camas decentes, teníamos que poner manos a la obra de inmediato. A mamá y a Margot les era imposible mover un dedo, estaban echadas en las camas sin hacer, cansadas, desganadas y no sé cuántas cosas más, pero papá y yo, los dos «ordenalotodo» de la familia, queríamos empezar cuanto antes. Anduvimos todo el día desempaquetando, poniendo cosas en los armarios, martilleando y ordenando, hasta que por la noche caímos exhaustos en las camas limpias. No habíamos comido nada caliente en todo el día, pero no nos importaba; mamá y Margot estaban demasiado cansadas y nerviosas como para comer nada, y papá y yo teníamos demasiado que hacer.El martes por la mañana tomamos el trabajo donde lo habíamos dejado el lunes. Bep y Miep hicieron la compra usando nuestras cartillas de racionamiento, papá arregló los paneles para oscurecer las ventanas, que no resultaban suficientes, fregamos el suelo de la cocina y estuvimos nuevamente trajinando de la mañana a la noche. Hasta el miércoles casi no tuve tiempo de ponerme a pensar en los grandes cambios que se habían producido en mi vida. Sólo entonces, por primera vez desde que llegamos a la Casa de atrás, encontré ocasión para ponerte al tanto de los hechos y al mismo tiempo para darme cuenta de lo que realmente me había pasado y de lo que aún me esperaba.
Tuya Ana
domingo, 1 de abril de 2012
Martes, 7 de Marzo de 1944
Querida Kitty:
Cuando me pongo a pensar en la vida que llevaba en 1942, todo me parece tan irreal. Esa vida de gloria la vivía una Ana Frank muy distinta de la Ana que aquí se ha vuelto tan juiciosa. Una vida de gloria, eso es lo que era. Un admirador en cada esquina, una veintena de amigas y conocidas, la favorita de la mayoría de los profesores, consentida por papá y mamá, muchas golosinas, dinero suficiente..., ¿qué más se podía pedir?Seguro que te preguntarás cómo hice para ganarme la simpatía de toda esa gente. Dice Peter que por mi «encanto personal», pero eso no es del todo cierto. A todos los profesores les gustaban y les divertían mis respuestas ingeniosas, mis ocurrencias, mi cara sonriente y mi ojo crítico. No había más. Era terriblemente coquetona y divertida. Además, tenía algunas ventajas por las que me ganaba el favor de los que me rodeaban: mi esmero, mi sinceridad y mi generosidad. Nunca le habría negado a nadie, fuera quien fuera, que en clase copiara de mí; repartía golosinas a manos llenas y nunca se me subían los humos.¿No me habré vuelto temeraria después de tanta admiración? Es una suerte que en medio de todo aquello, en el punto culminante de la fiesta, volviera de repente a la realidad, y ha tenido que pasar más de un año para que me diera cuenta de que ya nadie me demuestra su admiración.¿Cómo me veían en el colegio? Como la que dirigía las bromas y los chistes, siempre haciendo la gallito y nunca de mal humor o lloriqueando. No era de sorprender que a todos les gustara acompañarme al colegio en bici o cubrirme de atenciones.Veo a esa Ana Frank como a una niña graciosa, divertida, pero superficial, que no tiene nada que ver conmigo. ¿Qué es lo que ha dicho Peter de mí? «Siempre que te veía, estabas rodeada de dos o más chicos y un grupo de chicas. Siempre te reías y eras el centro de la atención.» Tenía razón.¿Qué es lo que ha quedado de aquella Ana Frank? Ya sé que he conservado mi sonrisa y mi manera de responder, y que aún no he olvidado cómo criticar a la gente, e incluso lo hago mejor que antes, y que sigo coqueteando y siendo divertida cuando quiero...Ahí está el quid de la cuestión: una noche, un par de días, una semana me gustaría volver a vivir así, aparentemente despreocupada y alegre. Pero al final de esa semana estaría muerta de cansancio y al primero que se le ocurriera hablarme de algo interesante le estaría enormemente agradecida. No quiero admiradores, sino amigos, no quiero que se maravillen por mi sonrisa lisonjera, sino por mi manera de actuar y mi carácter. Sé muy bien que en ese caso el círculo de personas en torno a mí se reduciría bastante, pero ¿qué importaría que no me quedaran sino unas pocas personas? Pocas, pero sinceras.Pese a todo, en 1942 tampoco era enteramente feliz. A menudo me sentía abandonada, pero como estaba ocupada de la mañana a la noche, no me ponía a pensar y me divertía todo lo que podía, intentado, consciente o inconscientemente, ahuyentar con bromas el vacío.Ahora examino mi propia vida y me doy cuenta de que al menos una fase ha concluido irreversiblemente: la edad escolar, tan libre de preocupaciones y problemas, que nunca volverá. Ya ni siquiera la echo en falta: la he superado. Ya no puedo hacer solamente tonterías; una pequeña parte en mí siempre conserva su seriedad.Veo mi vida de niña hasta el año nuevo de 1944 como bajo una lupa muy potente. En casa, la vida con mucho sol; luego aquí, en 1942, el cambio tan repentino, las peleas, las recriminaciones; no lograba entenderlo, me había cogido por sorpresa, y la única postura que supe adoptar fue la de ser insolente.Luego los primeros meses de 1943, los accesos de llanto, la soledad, el ir dándome cuenta paulatinamente de todos mis fallos y defectos, que son tan grandes y que parecían ser dos veces más grandes. De día hablaba y hablaba, intentaba atraer a Pim hacia mí, pero sin resultado, me veía ante la difícil tarea de hacerme a mí misma de tal forma que ya no me hicieran esos reproches que tanto me oprimían y desalentaban.Después del verano de ese año las cosas mejoraron. Dejé de ser tan niña, me empezaron a tratar más como a una adulta. Comencé a pensar, a escribir cuentos, y llegué a la conclusión de que los demás ya no tenían nada que ver conmigo, que no tenían derecho a empujarme de un lado para otro como si fuera el péndulo de un reloj; quería reformarme a mí misma según mi propia voluntad. Comprendí que me podía pasar sin mamá, de manera total y absoluta, lo que me dolió, pero algo que me afectó mucho más fue darme cuenta de que papá nunca Negaría a ser mi confidente. No confiaba en nadie más que en mí misma.Después de Año Nuevo el segundo gran cambio: mi sueño... con el que descubrí mis deseos de tener... un amigo o novio; no quería una amiga mujer, sino un amigo varón. También descubrí dentro de mí la felicidad y mi coraza de superficialidad y alegría. Pero de tanto en tanto me volvía silenciosa. Ahora no vivo más que para Peter, porque de él dependerá en gran medida lo que me ocurra de ahora en adelante.Y por las noches, cuando acabo mis rezos pronunciando las palabras «Te doy las gracias por todas las cosas buenas, queridas y hermosas», oigo gritos de júbilo dentro de mí, porque pienso en esas «cosas buenas», como nuestro escondite, mi buena salud y todo mi ser, en las cosas queridas, como Peter y esa cosa diminuta y sensible que ninguno de los dos se atreve a nombrar aún, el amor, el futuro, la dicha, y en las cosas hermosas, como el mundo, la Naturaleza y la gran belleza de todas las cosas hermosas juntas.En esos momentos no pienso en la desgracia, sino en todas las cosas bellas que aún quedan. Ahí está gran parte de la diferencia entre mamá y yo. El consejo que ella da para combatir la melancolía es: «Piensa en toda la desgracia que hay en el mundo y alégrate de que no te pase a ti.» Mi consejo es: «Sal fuera, a los prados, a la naturaleza y al sol. Sal fuera y trata de reencontrar la felicidad en ti misma; piensa en todas las cosas bellas que hay dentro de ti y a tu alrededor, y sé feliz.»En mi opinión, la frase de mamá no tiene validez, porque ¿qué se supone que tienes que hacer cuando esa desgracia sí te pasa? Entonces, estás perdida. Por otra parte, creo que toda desgracia vaacompañada de alguna cosa bella, y si te fijas en ella, descubres cada vez más alegría y encuentras un mayor equilibrio. Y el que es feliz hace feliz a los demás; el que tiene valor y fe, nunca estará sumido en la desgracia.
Tuya Ana
Respondo a Ana Como Kitty:
Jueves 9 de Marzo de 1944
Me alegra mucho saber que estás bien, te echo de menos. Estoy feliz de que puedas reflexionar sobre ti misma, de que puedas ver que hay cosas en la vida que te dan alegría y otras que no y sobre todo que siempre hay que buscarles el lado bueno. Admito que me parece algo egoísta que creas que eras el centro de la atención, pero lo bueno es que eras feliz siendo tú misma y que tenías tantas amigas como me contaste.
No entiendo por qué te sientes tan abandonada teniendo a tanta gente que te quiere y te aprecia tanto como tú a la fe que tienes de escapar de esas cuatro paredes. Aunque debes ver que te ha dado muchas cosas: una de ellas fue Peter, que fue tu faro en un callejón oscuro, él te iluminó en todo este camino tan difícil que estas recorriendo.
Cambiando un poco de tema, te cuento que hace unos días fui al campo y me subí a un árbol a pensar y vi cómo el viento hacía bailar las hojas al compás de su silbido, mientras los rayos del sol me abrazaban con ternura y las ramas del árbol me mecían suavemente. En ese momento tan relajante me acorde de ti y de la libertad que tanto anhelas. Querida amiga, sigue tu consejo, deja en libertad a tu alma, corre por el campo, siente el perfume de los eucaliptos y el sol en tu rostro y busca la dicha en toda desgracia. No dejes de agradecer a Dios y sigue buscando lo hermoso que tienes en ese pequeño cubo que te protege.
En cuanto a tu madre, trata de escucharla, ella solo trata de ayudarte y de hacer que valores lo que tienes, al menos eso es lo que creo que trató de decirte cuando te sugirió que tienes que pensar en la desgracia de los otros, y háblale de tus sentimientos y de lo que piensas, tal vez así puedan encontrar la forma de llevarse mejor y podrán tener una muy buena relación, algún día lo entenderás. Aprovéchala, que llegará el día en que ya no estará contigo y te arrepentirás de no haberlo hecho.
Ya que estamos, cuéntame más cosas sobre Peter, parece un buen chico, según lo que me dijiste ¿Qué tal van las cosas entre ustedes? Por lo que veo, se conocen bien y tiene una buena imagen de ti. ¿Alguna vez te preguntaste si él estaba enamorado de aquella Ana de 1942? En la carta me dices que es lo “amable” porque representa la ternura que sienten el uno al otro sin atreverse a nombrarlo, pero me parece que deberías animarte a abrir tu corazón y compartir tus sentimientos, porque eso será como tocar un pedazo de cielo y vivir la ilusión de construir juntos el porvenir y la felicidad ¡Y hasta podrían planear algo para cuando salgan del refugio! Por favor mantenme al tanto de todo lo que pasa entre ustedes, me encanta la idea de que puedan empezar a construir un castillo repleto de sueños e ilusiones. La Ana del refugio, más seria y responsable, puede vivir su dicha interior con la misma alegría que la muchacha del ’42, anímate a compartirlo y a confiar en Peter, ya que están pasando juntos este momento de cambio y de crecimiento. Él tampoco debe ser el mismo joven que hace dos años.
Creo que eso es todo lo que te puedo decir. Espero que todo salga como lo deseas y puedas escapar por fin y vivir la vida plenamente. Trata de seguir mi consejo respecto a tu madre.
Con mucho cariño Kitty
PD: Recuerda el pasado para superar el presente y vivir el futuro
lunes, 5 de marzo de 2012
Martes, 1 de Agosto de 1944
Querida Kitty:
«Un manojo de contradicciones» es la última frase de mi última carta y la primera de ésta. «Un manojo de contradicciones», ¿serías capaz de explicarme lo que significa? ¿Qué significa contradicción? Como tantas otras palabras, tiene dos significados, contradicción por fuera y contradicción por dentro. Lo primero es sencillamente no conformarse con la opinión de los demás, pretender saber más que los demás, tener la última palabra, en fin, todas las cualidades desagradables por las que se me conoce, y lo segundo, que no es por lo que se me conoce, es mi propio secreto.
Ya te he contado alguna vez que mi alma está dividida en dos, como si dijéramos. En una de esas dos partes reside mi alegría extrovertida, mis bromas y risas, mi alegría de vivir y sobre todo el no tomarme las cosas a la tremenda. Eso también incluye el no ver nada malo en las coqueterías, en un beso, un abrazo, una broma indecente. Ese lado está generalmente al acecho y desplaza al otro, mucho más bonito, más puro y más profundo. ¿Verdad que nadie conoce el lado bonito de Ana, y que por eso a muchos no les caigo bien? Es cierto que soy un payaso divertido por una tarde, y luego durante un mes todos están de mí hasta las narices. En realidad soy lo mismo que una película de amor para los intelectuales: simplemente una distracción, una diversión por una vez, algo para olvidar rápidamente, algo que no está mal pero que menos aún está bien. Es muy desagradable para mí tener que contártelo, pero ¿por qué no habría de hacerlo, si sé que es la pura verdad? Mi lado más ligero y superficial siempre le ganará al más profundo, y por eso siempre vencerá. No te puedes hacer una idea de cuántas veces he intentado empujar a esta Ana, que sólo es la mitad de todo lo que lleva ese nombre, de golpearla, de esconderla, pero no lo logro y yo misma sé por qué no puede ser.
Tengo mucho miedo de que todos los que me conocen tal y como siempre soy, descubran que tengo otro lado, un lado mejor y más bonito. Tengo miedo de que se burlen de mí, de que me encuentren ridícula, sentimental, y de que no me tomen en serio. Estoy acostumbrada a que no me tomen en serio, pero sólo la Ana «ligera» está acostumbrada a ello y lo puede soportar, la Ana de mayor «peso» es demasiado débil. Cuando de verdad logro alguna vez con gran esfuerzo que suba a escena la auténtica Ana durante quince minutos, se encoge como una mimosa sensitiva en cuanto le toca decir algo, cediéndole la palabra a la primera Ana y desapareciendo antes de que me pueda dar cuenta.
O sea, que la Ana buena no se ha mostrado nunca, ni una sola vez, en sociedad, pero cuando estoy sola casi siempre lleva la voz cantante. Sé perfectamente cómo me gustaría ser y cómo soy... por dentro, pero lamentablemente sólo yo pienso que soy así. Y ésa quizá sea, no, seguramente es, la causa de que yo misma me considere una persona feliz por dentro, y de que la gente me considere una persona feliz por fuera. Por dentro, la auténtica Ana me indica el camino, pero por fuera no soy más que una cabrita exaltada que trata de soltarse de las ataduras.
Como ya te he dicho, siento las cosas de modo distinto a cuando las digo, y por eso tengo fama de correr detrás de los chicos, de coquetear, de ser una sabihonda y de leer novelitas de poca monta. La Ana alegre lo toma a risa, replica con insolencia, se encoge de hombros, hace como si no le importara, pero no es cierto: la reacción de la Ana callada es totalmente opuesta. Si soy sincera de verdad, te confieso que me afecta, y que hago un esfuerzo enorme para ser de otra manera, pero que una y otra vez sucumbo a ejércitos más fuertes.
Dentro de mí oigo un sollozo: «Ya ves lo que has conseguido: malas opiniones, caras burlonas y molestas, gente que te considera antipática, y todo ello sólo por no querer hacer caso de los buenos consejos de tu propio lado mejor.» ¡Ay, cómo me gustaría hacerle caso, pero no puedo! Cuando estoy callada y seria, todos piensan que es una nueva comedia, y entonces tengo que salir del paso con una broma, y para qué hablar de mi propia familia, que en seguida se piensa que estoy enferma, y me hacen tragar píldoras para el dolor de cabeza y calmantes, me palpan el cuello y la sien para ver si tengo fiebre, me preguntan si estoy estreñida y me critican cuando estoy de mal humor, y yo no lo aguanto; cuando se fijan tanto en mí, primero me pongo arisca, luego triste y al final termino volviendo mi corazón, con el lado malo hacia fuera y el bueno hacia dentro, buscando siempre la manera de ser como de verdad me gustaría ser y como podría ser... si no hubiera otra gente en este mundo.
Tuya Ana
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